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martes, 7 de diciembre de 2010

Malabares



Escribo para pertenecer/me;
para hacer perpetuo
este silencio de nada.
Porque sí.

Porque hay un mundo que sólo se dice con-texto,
símbolos cortezas y brotes en blanco;
porque mis dedos se acostumbraron a las teclas;
porque hay un dios dividido;
porque cada siete segundos
muero de hambre;
de sed;
de márgen;
porque alguien piensa en mí
y yo
no estoy seguro de pensar en él.

Escribo para los transeúntes y los transhumantes;
para los carapálidas, los indígenas, los indigentes;
para las diligencias, los dirigentes, los dirigidos;
para los meticulosos, los mentolados, los mentirosos;
para los críticos, los cráteres, los cítricos.
También para los obsecuentes escribo.

Yo, escribo.

Escribo con las partes que el azar me negó.
Con el sueldo y el suelo,
con los caldos y los saldos.
Con faltas; con o sin fe;
sin febo ni festones.
Con demonios, dominios y domingos en blanco.

Solidario y solitario.
Empezando lo que aún no terminé.
Con enroques; con textos y pre-textos.
Con la sangre que me queda al final del día;
con saliva a contramano.
Para ser humano,
imán, pozo, paso,
para ser camino, cosmos;
deshumanizado,
desencajado,
descuartizado,
desenroscado,
despellejado.
Para quitarme el maquillaje;
pra expulsar a ese otro yo,
hijo de mil putas,
que me desgarra las tripas;
para que me deje en paz.
Por exorcismo, anarquismo,
por soberbia;
porque tengo hambre.

Yo, escribo.

Porque no creo en las letras,
pero sí creo en el lenguaje.
Porque nada se dice con nada
y la tinta
es sólo tinta
si no está fuertemente amarrada a los renglones del humano.
Escribo con la simpleza del estómago; así,
sin masticar,
a bocado limpio;
para cauterizar tanto engendro rimbombante,
consonante, meloso, asonante y disperso;
para incinerar las alas de tanto Ícaro goloso
de diccionarios intergalácticos
y gramáticas marcianas.

Escribo para que los domingos no duelan en las celdas ni en los patios;
para que los barrotes sean otra manera de mirar al cielo;
para preguntarme por qué torturarnos dos veces;
por qué siempre hay algo que separa;
por qué el temor;
por qué la espera.

Escribo para tocarte, para perfumar tu alcoba,
para despeinarte, para alisarte la rutina;
para conocerte;
para saber si tu sombra
sigue perfumada con el aire que provocas;
para romperte en mil pedazos
para armarte a mi gusto.
Por el placer de verte y por
el temor de escucharte.

Escribo porque el sol no llega donde debiera;
porque tengo dudas, deudas, dolos, dedos, dados cargados.
Porque la miseria es una y grande.
Porque estamos solos y somos pocos.
Porque la oscuridad es cómplice de la vergüenza,
y la luz también.
Escribo porque me joden los motivos y
porque los sesos desparramados en la pared
es cosa seria.
Porque estoy solo y lejos y la piel es demasiado dura;
porque no me encuentro;
porque llego cuando todos se van;
porque me caigo donde todos tropiezan;
porque no veo y porque no me ven;
Y sobre todo,
porque con cada amanecer
el sol es siempre el mismo.

Escribo por los olvidos que guarda mi memoria;
por las tardes que no ví;
por los caminos que no pisé;
por las huellas, los gallos,
por los tormentos y las tormentas;
porque el hambre; para la sed;
porque todavía sangra lo que alguna vez nos dijimos;
por la ropa colgada al sol;
porque no puedo matar ni morir;
porque duele.

Yo, escribo.

Como perro, como dios nuevo;
como naúfrago roto de a ratos;
como ciego tanteando hacia delante
ojo al sol;
como maestro rural descalzo y hueso al aire;
sin piel;
sin ribetes ni arrebatos;
sin roldanas ni escaleras, sin escalas;
sin mangas;
sin meses ni reses.

Escribo a la arenosa deriva
porque el viento sopla fuerte en la meseta,
y no creo en las vueltas del oído;
cuando los gritos se estrellan en horizontes perplejos
y los sonidos se enroscan en los árboles
o los ahogan en el río.

Escribo porque el basural crece;
por los dichos y bichos sin dichas;
endechas y chasquidos
pululan en susurros, murmullos y auquelarres mutilados.
La basura se está haciendo fuerte, rica y normal;
por eso.

Yo, escribo.

Escribo porque el universo es un plano inclinado y nos vamos todos al carajo;
porque el vértigo es un ritual cotidiano
y la nostalgia un lugar común;
porque la agonía es un lunar en la espalda de todos.

Escribo porque quiero ser liviano;
para soñar despacito, al tranco corto,
para soñar a la carta.

Escribo porque tengo un liso,
profundo,
verde,
oscuro,
llano,
redondo e
incierto pozo que debo llenar.

Porque necesito estar completo,
despierto,
raso,
laxo,
leve,
sobrio.

Sólo por eso
Yo, escribo.

4 comentarios:

  1. No tengo este libro. Por el poema que exponés acá es evidente que la temática es muy distina pero, al mismo tiempo, la calidad igual.

    Cariños!

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  2. ¡Este poema es mi favorita!
    Muy inspiradora.
    Saludos, Muchita.

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  3. Horacio, los comentarios no coinciden con el texto.
    Tenés dos opciones para corregirlo:

    * O los etiquetás bajo categorías como poemas, entrevistas, interpretaciones
    * o cuando cambies los textos borrá los comentarios que se adjuntan a ellos.

    Es una sugerencia.
    Saludos.
    MUCHITA.

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  4. Elijo la experiencia de transitar las metáforas, inundarme de imágenes, alterar el ritmo de mi respiración y que se me inunden los ojos, a opinar... comentar... juzgar y profanar un texto literario con palabras. A veces, tus versos logran esode mí, otras no, pero nunca me son indiferentes

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