El hombre serpenteaba con su silla de ruedas por la avenida. El muñón sosteniendo una estampita me asaltó la cara. Rechacé la oferta y deslicé un billete en su mano sana. A la mañana siguiente el periódico escupió: “Manco paralítico atropellado en la avenida”. Curiosamente, no pudieron arrancarle de la mano sana, un estrujado billete que apretaba con fuerza.
Me pregunto si no le habré clavado un billete en el alma y el tráfico hizo el resto.
Ché, ¿y el libro de microrrelatos para cuando?
ResponderEliminarMuy bueno!!
excelente, chamigo.
ResponderEliminarYa te estoy siguiendo.
Un abrazo y felicidades!