Pájaros rotos y tajos en el cielo.
Rueda el sudor en la frente de nylon.
Es carne el perdón en la mirada
y los ojos
se desprenden hacia el barro.
El salto al vacío es honesto;
el aire frío lo eleva.
Cuánta sangre,
cuántas fotos.
Cuántas ganas de volar como gaviota.
El previsible golpe húmedo;
todo el frío en el cuerpo destrozado.
Muertos los versos;
muertos los besos.
Muertos los carteles,
los pasos,
la vergüenza.
Eslabones de claveles muertos.
Secas las hiedras en las celdas.
El río quieto.
Silencio oscuro
y el barro que no cesa.
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